Bienvenidos nuevamente al blog, hagamos una pequeña, muy pequeña síntesis de lo que estubo pasando e las ultimas entradas o publicaciones que hice, (no significa que tienen que omitir las otras entradas, es mas lindo si lo leen todo, paso a paso): Juli y Pablo tuvieron que separarse lamentablemente, Argentina estaba pasando por el peor momento: era 1976, empezando la dictadura militar... Las cosas iban de mal en peor porque Julieta no encontraba solución al problema, no encontraba solución a su tristeza...
Continuación de Amor, fuga, amor... Parte 5
Me fui a mi casa, me encerré en mi cuarto. Cuando cenamos, mi
papá no estaba, solo cenábamos mi mamá, mi hermanito y yo. Le conté brevemente
lo que paso con Pablo y me dijo algo así como lo más bruto que existe en el
planeta.
-
Y bueno hija, por algo será que los están buscando a él y a
su familia.
Creo que en ese momento no sabía si tirarle el tenedor o el
cuchillo y clavárselo en la frente sin decir absolutamente nada; o decir más
insultos de los que decía mi padre, era una duda que tenia y que la pude
resolver al instante.
-
Vos estas definitivamente loca, tenes no se que cosa en tu
cabeza, pero tenes un corazón de piedra, porque ni siquiera pensas en lo que
eso me puede afectar a mí, que soy tu hija. Pablo y su familia son las personas
más buenas que existen, son una familia, que es algo que parece que acá, en
esta casa, no existe. Se aman mucho tales como son, con sus defectos y sus
virtudes. Sus padres tratan a sus hijos como si fueran lo más valioso que
existe.
-
¡Julieta te callas la boca! No voy a permitir que me hablas así
y menos que menos que me levantes la voz de esta manera y…
Bueno, mucho bla bla de las dos y a la conclusión que
llegamos después de pelear, es que me fuera esa noche a dormir a lo de Ana;
verdaderamente creo que si seguía en mi
casa iba a recibir más de una cachetada. Ana me recibió de la mejor manera pero
en su casa tampoco estaban pasando por el mejor momento…
Extrañaba mucho a Pablo, sentí que fue la peor despedida que
uno podía tener, y que tenía muchas cosas para decirle todavía, recordé que su
madre y sus tres hermanos mayores se iban primero que su papá y él. Me lo había
dicho Ana que se encontró con uno de los hermanos. Sin pensarlo dos veces fui
corriendo a tomar un taxi y entregarle un sobre y darle el último beso. Pero
nada puede salir tan perfecto como nos gusta. Cuando llegue me atendió Luis, su
padre, se sorprendió mucho al verme y me dijo que Pablo no estaba, que había
salido, que su esposa y sus otros hijos ya se habían ido a España, y que ellos
se iban mañana a la madrugada. Que era mejor que me vaya por mi seguridad. Le
deje el sobre a Luis para que se lo diera a mi Romeo, mi Romeo que lo había
esperado por tanto tiempo.
En el sobre había escrito un poema de Mario Benedetti:
“Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.”
Una
vez más, pasaron los minutos, las horas, los días y los meses, y con la ayuda
del tiempo mi tristeza se fue yendo. Las cosas en el país cada vez iban peor…
deje de ir a tan seguido a la casa de Ana, las cosas se complicaron en su
familia. Su madre entro en un momento de locura. Como yo decía, la muerte de su
hija no la pudo superar, al principio estaba demasiadamente deprimida, no comía
y estaba muy muy flaquita. Tampoco descansaba, dejo el trabajo, y después de un
tiempo ya no dio para más, estaba loca, verdaderamente loca. Se enojaba con
todo y con todos, tenía reacciones raras y violentas, violentas verbalmente,
nunca físicas. Lloraba, se reía, se enojaba y se volvía a reír. Así por mucho
tiempo. Ana estaba muy mal y la acompañe como pude a ella y a su familia.
Cuando la cosa no daba para más, la internaron en un psiquiátrico. Ana iba a
visitarla todos los días, a veces íbamos juntas; era demasiado fuerte verla en
el estado que estaba. Ya no era la persona que yo conocía, era
irreconocible. Fue un momento duro para
toda la familia.
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